miércoles, 10 de abril de 2013

Trazos


Las hojas desparramadas sobre el escritorio no hacían más que recordarle constantemente su frustración. Las ideas revoloteaban en su cabeza sin poder ordenarse, en un caos que desordenaba sus prioridades y no le permitía discernir bien las circunstancias. Esas ideas, que se rehusaban a ser plasmadas en el papel, burlonamente bailaban en el escritorio, para desvanecerse en cuanto llegaban a la punta de la pluma. En soledad intentaba capturarlas, irritado por la sordera de quienes ignoraban el desesperado rasgar de la pluma sobre el papel, pero todo intento fue en vano.  Con furia e impotencia veía cómo las danzantes ideas volvían a refugiarse en el laberinto de su cabeza,  para no abandonarlo más.  Decidieron quedarse por siempre, aisladas de la liberadora luz del mundo.

De pronto cayó de rodillas, resignado, frente a la chimenea alimentada por los torpes trazos garabateados en aquellas hojas. Pues si sus ideas se quedaban con él, no debía escaparse ni el más ligero esbozo. El baile del fuego, tan poderoso para él, lo hipnotizó sin ningún problema, como era la costumbre. Quedó contemplando durante horas ese bamboleo impredecible que lo iluminaba todo con intensos destellos. Cuando el último trazo se hubo convertido en humo y cenizas, una repentina paz invadió la habitación. Quizás algunas ideas no quieren salir a la luz. Prefieren convertirse en ella.

domingo, 23 de septiembre de 2012

Entre pulmones y el esternón


Sé que tú también lo sientes, tan profundo y voraz, en esos momentos en que ya no escuchas nada y el silencio pesado y espeso cae encima de tus hombros cortándote el aliento. Nos comprime sobre nosotros mismos y sólo queremos gritar expandiendo los brazos, romper el aire cristalizado alrededor de nuestra carne, atraído inclementemente por el vacío, tan profundo y voraz, que con tanta prisa y desesperación pretendemos llenar en cada una de nuestras pequeñas acciones; o intentamos por lo menos ignorar.
Es en el pecho que, yo lo sé, tú también lo sientes. Cuando todo calla, cuando nada se mueve y te quedas sin pretextos para olvidarlo. Es entonces que lo siento cristalizar el aire y me sofoca, y es con esta tinta que grito expandiendo los brazos. Y es cuando el cristal rechaza el quebranto que el silencio se sublima con tu voz llamando mi nombre, regalándonos de nuevo una excusa para olvidarlo todo, al menos por un instante que se eterniza en tus labios.

miércoles, 11 de julio de 2012

Platónico

Háblame al oído, despacio,
entre un beso y otro.
Refrena tu pasión
por regalarme una palabra.

domingo, 29 de mayo de 2011

Mariposa, y luz polarizada

La naturaleza oculta más de lo que puedes ver. Con un pequeño cambio, nos muestra fenómenos excepcionales que jamás habríamos sospechado, y destila más belleza donde ya la considerábamos hermosa. Les dejo este video como ejemplo: una mariposa (o mejor dicho, su cadáver) iluminada por luz polarizada. 

miércoles, 11 de mayo de 2011

Tafé




Caminando en
          ambigüedad,
azulados y
verdes
   con la lluvia.

         Como cuervo
singularizadamente
             unísono,
antiliberal.

Fruncidos
 desestabilizan
    la humedad.



Por: Arikahs e Icaro

domingo, 19 de septiembre de 2010

Suprimo razones ideales
hirientes, encarcelo
tempestades alucinando
corazones despreciables
inválidos, deformados
ponzoñosamente por
dagas misteriosas
nervadura respingada
escapando aturdido
tropezando sutilmente
ventanales impermeables
astillados completamente
distorsionando esperanzas
innegables.


Por: Nacho e Ícaro

lunes, 8 de febrero de 2010

Delirium Tremens

Bañado en sudor, con las sábanas revueltas y un jadeo de carrera kilométrica. Tenía la garganta seca y, en un estado entre sueño y realidad, se las arregló para tomar un poco de agua. Con los ojos entrecerrados, tanteó el camino de vuelta a su cama, en medio de las ilusorias serpientes atraídas por ratas gigantescas, revueltas con cucarachas y la ropa tirada en el suelo. El zumbido del letrero neón del motel y el crepitar de aquel fuego infernal, junto a sus fulgores naranjas y las sombras alargadas sobre la pared, creaban un ambiente etílico, una intermitencia entre sueño y delirio, mezclado con la realidad de los olores nauseabundos en esa sucia habitación, apestada de alcohol y sexo.
Sin poderse despertar ni lograr dormir, las difusas figuras aparecían y se desvanecían con el sonido de los camiones, atrapadas en el limbo de su inconsciencia, martirizándolo como a quien la promesa de la muerte se aleja, extendiendo su tortura.  
Sofocado por el aire rancio, corrió hasta la ventana tropezando con sus pies para abrirla torpemente. El viento frío refrescó su desnudez y alivió la habitación de sus humores fétidos.
Encendió un cigarrillo, observando los fuegos fatuos sobre la carretera, mientras una prostituta raquítica entraba al cuarto de al lado, seguida por un hombre canoso de ostentoso traje.
Contemplaba las luces pasajeras del tráfico y quedó paralizado con la visión que permaneció quieta ante sus ojos. La silueta que lo observaba le resultaba escalofriante, y en un arrebato cerró la ventana.
Intentó relajarse, pero su mente repleta de aberraciones se lo impidió. Le puso seguro a la puerta y cogió una barra de hierro, para luego quedarse sentado en la cama, mirando fijamente la entrada con el propósito de resguardarse de la silueta que seguramente lo perseguía.


En la oscuridad de la cueva, percibió unos ojos verdes con aliento sulfúrico.  Se detuvo, sin hacer ruido, pasando desapercibido. El dragón tenía un brillo misterioso en los ojos, que resplandecían como esmeraldas. Sigilosamente apuntó contra la bestia y, con el estruendoso ruido de una bocina, se percató de que el sueño había triunfado. Los resortes chirriando en la habitación contigua distrajeron su atención unos instantes. Buscó la botella de Vodka y tomó un largo trago. Poco a poco iba recordando fragmentos de la noche y se estremeció al pensar en la silueta que lo miraba fijamente.
- Viene por mí. Me está buscando.
Recorrió la cortina y esperó volver a verla. Nada. No estaba allí. El sonido de una puerta cerrándose lo sobresaltó e hizo que se voltee. Sólo vio oscuridad. Dio unos pasos hacia delante y se sintió caer, interminablemente, al fondo de un abismo junto a fieras monstruosas y amorfas, sintiendo agua helada recorrer su espinazo. El frío atravesó su cuerpo entero, sintió mil agujas clavadas en la piel y una espada penetrar su estómago. Tiritaba recostado en el piso, con dolorosos escalofríos. 
Tenía todos los miembros acalambrados y las alucinaciones torturaban sus pensamientos; escapaban de él por sus ojos y boca. Vomitaba bilis y engendros, retorciéndose y acumulando rabia. Las criaturas lo apuntaban acusantes, revoloteando a su alrededor entre fétidos murmullos.
No encontró más opción que encarar sus daimones y al entornar su vista hacia ellos, vislumbró la silueta que tanto temía. Rodeada por el opaco brillo de coloridos fuegos fatuos, la mujer estaba parada frente a él, batiendo sus enormes alas negras, creando un viento que le flagelaba el rostro. Se atormentaba a sí mismo, esperando que la muerte se apiade de él y cobre su vida, liberándolo de la impasible mujer que tenía en frente, cuya silueta paralizaba su cuerpo y mutilaba los escasos vestigios de voluntad que le quedaban.
Sus gélidos ojos lo miraban fijamente y penetraban su alma, reclamando con dulce y amarga voz. Consumido por el pánico, entrecerró los ojos irritados y lacrimosos. Su vista se nublaba y poco a poco la imagen se desvaneció.


Despertó al amanecer, bañado en sudor, con las sábanas revueltas y un jadeo de carrera kilométrica. Tenía la garganta seca y la cabeza adolorida, cuando alguien tocó la puerta. Se puso algo de ropa y atendió al impaciente golpeteo. Desde el otro lado del umbral, el gerente reclamó que abandone el cuarto. Su pareja de la noche debió de salir mientras él dormía, dejando un espacio vacío en la cama y en sus bolsillos. Terminó de vestirse y recogió las pertenencias que le quedaban. Buscó las llaves de la habitación y se detuvo de pronto. Se acercó a la mesa de noche, de donde recogió las llaves,  observando con un familiar y misterioso temor aquella pluma negra que yacía flagelante, impasible.

jueves, 27 de agosto de 2009

Luces que estallan en colores

Pequeño homenaje a todo aquel que tocó mi vida y la llenó de luz, para dejar mi alma marcada con sus colores.

viernes, 21 de agosto de 2009

La Nuit Étoilée en vert

Tu mente es un laberinto
que tu espíritu recorre.

¿Quién soy?
Soy quien mi espíritu esté siendo, en la recámara del laberinto en la que esté. Ese que muta constantemente.
Y que sus pasadizos se retuercen, uno dentro de otro, donde no existen leyes, y puedes descender a lo más alto de tu ser.


¿Qué es la vida, si no nuestra travesía por laberintos propios y ajenos?

sábado, 21 de marzo de 2009

Mi mundo: Tú.

Yo vivo en un mundo mágico,

en las aguas turbias del manantial.

El cielo es rojo y no existe el mar,

ni las cien plumas que laten en tu pecho.

Y me pregunto ¿Porqué?




Cantares truncados, una voz sin dueño.



Nací muriendo dentro de ti,


el fuego en mis manos manchó sangre


y caí en un abismo de hielo.





Amapola e Icaro.

martes, 27 de enero de 2009

Poema #1

Así estaba, incluso antes de ese día, en que

tanta gente se reunía hipócrita.


Muerto.


Murió en vida, su vida era la muerte.

esa muerte sublime,

añorada.

Encontraba vida en su dulce muerte.

La vida que le negaron

la obtuvo en su mundo.


Mundo de sombras existente en su mente.


Engendros sombríos.


Criaturas de su imaginación trastornada.

O mejor, incomprendida.

Criaturas negras como su muerte.

Ese hermoso color negro, del mismo

tono que la vida.

Con un tinte de rojo.

rojo escarlata.

Un rojo oscuro,

espeso como sangre.


Ese rojo que recorre sus venas.

Ese negro que atraviesa su espíritu.


Rojo y Negro. Flujo incontenible

que mancha la alfombra.

Manantial de vida

brotado de sus muñecas.

miércoles, 7 de enero de 2009

7 de enero del 2009

No puedo cambiar el mundo, pero puedo cambiar la parte que me toca. O al menos, intentarlo; sólo se necesita algo de fé en la humanidad, que a veces me falta, pero se la recupera al mirar alrededor y toparnos con gente que vale la pena, esas personas que nos dan aliento y nos impulsan a mejorarnos y a mejorar lo que nos rodea, pues ellas también intentan cambiar su parte.
Hoy recuerdo a una buena amiga, una de esas personas que valen la pena y nos ayuda a cambiar el mundo, que nos recuerda que no estamos solos en el esfuerzo. La recuerdo porque es su cumpleaños, y aprovecho la ocasión para agradecerle a ella y todas aquellas personas por su trabajo y, si tuvimos la ocasión, por los lindos momentos que pasamos. En este homenaje a lo bueno de la humanidad, deseo mucha felicidad a todos, que encuentren paz en su vida y que obtengan los frutos que merecen.
Angelita, muy feliz cumpleaños, te recuerdo con mucho cariño y espero el momento de volver a vernos. Recibe un gran abrazo y pásala bien.

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Feliz sincretismo!

Desde Roma se convirtió al cristianismo, sellando el cruel destino de la humanidad y condenándonos a oscurantismo, holocausto e intolerancia religiosa, la Iglesia insistió en la conversión de los paganos en todo el mundo, creando una serie de costumbres mezcladas, entre las cuales se encuentra la Navidad. Se celebra el 25 de diciembre, siendo este el supuesto día del nacimiento de Jesús de Nazaret. El origen de ésta fecha radica en los intentos de recubrir las religiones paganas con cristianismo, siendo la celebración de los Saturnales romanos del 17 al 23 de diciembre, fiesta en la que se celebra el fin de la época más oscura del año y el nacimiento del Sol Invictus, en honor a Saturno, coincidiendo con el solsticio de invierno. Se acostumbraba comenzar la fiesta con un sacrificio a Saturno para luego iniciar un banquete público al que asistían todos y un intercambio de regalos; incluso los esclavos participaban de la celebración y durante ésta solían ser liberados de sus obligaciones.
En un principio, la celebración de la Navidad carecía de los elementos que hoy son los más característicos. El árbol de Navidad es un elemento introducido alrededor del año 700 a.C., cuando la evangelizción se expandió hacia el norte de Europa con el objetivo de exterminar el paganismo celta. Cerca a la fecha instaurada para la Navidad, los celtas celebraban el nacimiento de Frey, dios del Sol y la fertilidad, adornando un árbol de hoja perenne que simbolizaba el Yggdrasil (Universo), en cuya copa se encontraban Asgard, la morada de los dioses, y el Valhalla, la fortaleza donde van los guerreros muertos en combate; y en las raíces se encontraba el Helheim, el reino de los muertos. Según la tradición, "san" Bonifacio, evangelizador de Alemania, cortó un árbol consagrado a Frey y lo reemplazó por un pino, simbolizando el amor de dios, y lo decoró con manzanas y velas, que representaban el pecado original y las tentaciones y la luz de Jesús, respectivamente.
Otro elemento, el más popular, Papá Noel, está inspirado en Nicolás de Bari, nacido en la actual Turquía, un personaje muy generoso con los pobres, en especial con los niños. Sin embargo, su incorporación a la Navidad puede deberse a la evangelización de regiones eslavas. Veles, el dios eslavo de la tierra, las aguas y el Mundo Subterráneo, es un dios multifacético desmembrado y recubierto de cristianismo. En la mitología, Veles y Perun, dios del trueno, sostenían una batalla cíclica que marcaba las estaciones. Veles tomaba la forma de una serpiente o un dragón y, al iniciar la batalla contra Perun, iniciaba una etapa caótica; esta faceta fué fácilmente asociada con el diablo. Durante la batalla, Veles escapaba y salvaba a granjeros y su ganado de la destrucción provocada por Perun. La festividad de Velja Noc (la Gran Noche) se celebraba entre Navidad y Carnaval y en ella se rendía culto a Velec, donde los jóvenes se disfrazaban de fantasmas mensajeros de Velec y visitaban casas pidiendo regalos.
Así, nuestras costumbres están llenas de extraños rituales que no comprendemos y cuyos orígenes olvidamos por completo.
Pasenla bien, coman mucho, que el viejo pascuero traiga lo que le pidan y Feliz Navidad!!!

sábado, 20 de diciembre de 2008

Papalote

Se estaba mirando en los coloridos cristales de un ventanal; una imagen vaga, distorsionada por las líneas del diseño y los reflejos del sol. Un retrato poco fiable, se dijo, continuando su incesante búsqueda. Se había visto en su viaje de innumerables y diversas formas: alto, bajo, opaco, colorido… pero no encontró una sola en la que pudiera confiar; visitó tantos lugares, conoció tantas cosas… cosas fabulosas y únicas, pero ninguna que se pareciera a él.

Ya era hora de volver a su nido, pues no había nadie que cuidara los huevos y faltaba poco para que el sol se oculte tras las montañas. Al llegar a la cornisa donde lo construyó, se sentía abatido por sus circunstancias y por no poder encontrarse dentro de su propio ser por mucho que se buscase, pensando en las tantas y tan diversas formas en las que se vio en innumerables reflejos a lo largo de su vida. En medio de sus reflexiones, sus ojos se toparon con un destello al otro lado de la ventana: era el brillo de un espejo. Otro reflejo mentiroso, pensó, pero luego pudo vislumbrar algo más, fuera de lo obvio que cualquiera podría ver, que se imprimió en su mente con incandescente furia. Poco a poco, se hacía visible la nefasta imagen de una tumba, la suya, rodeada de unas pocas flores marchitas en medio de un páramo desolado y lleno de vacío. Las huellas de su último visitante borradas por el viento que siseante e impío anunciaba la eterna soledad y el nombre grabado en la piedra se desvanecía con el tiempo inexorable y fatal, sumiéndolo en las entrañas del olvido.
Lleno de lágrimas, Papalote vio en el espejo cómo los huevos se rompían, y a los seres que surgían de ellos irse volando. Eran todo lo que tenía, esos seres ajenos a sí, y se fueron volando.

Al fin había logrado verse, pero la imagen no le provocó más que amargura y congoja, como si hubiera sido desterrado de su vida y condenado a existir sin futuro ni pasado, sin noción de su presente o siquiera un indicio de sentido. Deambulando toda la noche, llegó al amanecer a las orillas de un gran lago, donde algunos niños jugaban con cometas coloridas en el cielo. Papalote, así me llamaron, como este pedazo de papel que se mueve acorde a los caprichos de aquel niño, sin el menor rastro de voluntad en sus acciones, puede volar pero a requisito ajeno, jamás por si mismo o a su propio antojo. Absorto en sus reflexiones, por poco no advirtió algo que, pese a estar siempre presente, nunca le dio la importancia necesaria. Era él, reflejado en la calma superficie del agua. Miró aquel colorido pico de tucán, las largas patas de flamenco, su cacatuezca cresta, el collar de plumas negras, la cola como de pavo real, y por último, vio sus alas, enormes y poderosas, pero que nunca alcanzaron su potencial y reprimidas siempre por una noción de dependencia. Esas alas pedían a gritos que las notaran, y al fin se escucharon sus súplicas, en un instante de frenesí se desplegaron en toda su envergadura y Papalote emprendió vuelo en el cielo inundado de cometas, con la infinita emoción de saberse a si mismo.

Primera entrada, para empezar el experimento


Es curiosa la forma en que nuestros sueños nos dicen muchas cosas, o quizás la forma en que, sin que digan nada, nosotros los hacemos decir todo. Hay muchas formas de interpretarlos, pero en verdad nunca sabremos si interpretamos lo que en verdad decían, si en verdad decían algo. En todo caso, no podemos negar cómo nos sentimos al soñar, estando dentro del sueño. Mi mejor sueño fue también uno de los peores que tuve. La primera parte me inspiró más paz que la que jamás haya sentido y pude apreciar lo más hermoso que pude ver o imaginar (que burdamente intento imitar en el dibujo, sin lograr más que una infinitésima parte), pero después me vi acorralado y sentí unas ansias terribles. Quizás por su dualidad este sueño me es particularmente interesante, es el más bizarro de todos los que tuve, y rara vez tengo sueños que no lo sean. En mis sueños se encuentran las llaves de algunos rincones de mi laberinto, a los que hasta a mi me resulta difícil llegar.